El 19 de junio celebramos el Día Internacional de las remesas familiares gracias a un decreto de la Organización de Naciones Unidas promulgado en el 2018. Básicamente, se trata de un día en el que se reconoce el esfuerzo de los millones de migrantes que día a día trabajan en condiciones complicadas para asegurar el bienestar de sus familias.

En el marco de la pandemia por Covid-19, las cifras aportadas por la ONU en relación al envío de remesas son francamente aterradoras. El organismo calcula que, para fines del 2021, más de 33 millones de personas vivirán en condiciones precarias debido a la reducción de la cantidad de dinero que envían los migrantes.

Como es lógico suponer, la irrupción de la pandemia produjo una caída importante en el ámbito de las remesas familiares. De hecho, en el 2020 alcanzaron los 540 mil millones de dólares, solo 8000 millones menos de las cifras registradas en el 2019, según un estudio del Banco Mundial. Puede parecer que frente a este contexto, la caída en el envío de remesas no es tan grave puesto que solo disminuyó en un 1.6% con respecto al 2019.

Una de las razones por las cuales es posible suponer que la disminución del envío de remesas es menor de lo esperado, es el hecho de que los migrantes priorizaron el bienestar de sus familias, sobre el propio.  Esto se manifestó en la reducción de sus gastos personales y apelando a sus ahorros personales para cumplir con el envío de remesas.

Pero, pongamos en perspectiva el hecho de que son 8000 mil millones de dólares que un grupo de familias dejaron de percibir lo que afectó profundamente sus condiciones de vida. Recordemos que, acorde a los datos de la ONU, más de 200 millones de migrantes envían dinero a más de 800 millones de familiares en sus países de origen.

 

América Latina: la otra cara de la historia.

 

En el caso particular de América Latina y el Caribe, las remesas aumentaron, este dato lo hemos discutido en otros artículos. La razón de esto, radica en el hecho de los estímulos económicos que ha recibido la economía estadounidense, lo que ha sido clave para que se mantengan esos flujos monetarios al resto de la región.

Sin embargo, si enfocamos nuestra atención en la situación económica de España, país en el que radica una décima de los migrantes latinoamericanos, encontraremos que hubo una disminución del flujo de remesas en países como Bolivia (-16%), Paraguay (-11%) y el Perú (13%).

 

¡Nos ayudó la tecnología!

 

La tecnología fue el principal aliado de los migrantes y las familias receptoras de remesas, ya que facilitó la trasferencias de dinero durante los períodos de confinamiento.

Es importante destacar que los canales digitales aumentaron en un 65%, alcanzando los 12.700 millones de dólares. Esto fue positivo puesto que, disminuyó el uso de los canales informales.

Además, el uso de los canales digitales para el envío de remesas supone una disminución importante a nivel de costos, lo que ha sido una de las premisas de la ONU en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Esto ha sido repetido hasta el cansancio por el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas: Antonio Guterres. Quién reconoce el valor de los migrantes en el proceso de desarrollo económico de sus países de origen.

Es más, parte de considerar que la importancia de las remesas es vital por lo que urge hacia una comprensión de los  servicios de envío y transferencias de remesas como un hecho social.