Como hemos establecido previamente, las fintech han supuesto una revelación para el mundo financiero. Pero, también las fintech han representado una disrupción en las actividades bancarias tradicionales, lo que ha obligado a la industria financiera a replantear su situación frente a un mundo cada vez más interconectado digitalmente.

Como era de esperarse, los bancos en América Latina tomaron la llegada de las fintech como una oportunidad de crear un modelo de negocio que les permitiera “surfear la ola” y alcanzar otro nivel dentro de esta cultura de la transformación abierta por las fintech. Hablamos de migrar al ámbito digital lo que se debe, al hecho de que los usuarios comenzaron a exigir productos digitales, lo que llevó a los bancos en América Latina a adaptar sus no tan eficaces estructuras a los nuevos tiempos.

Sin embargo, mientras países económicamente desarrollados, están totalmente bancarizados con una red nutrida de oficinas y cajeros automáticos; en otros lugares como África, según datos aportados por el artículo Las fintech y la reinvención de las finanzas  que puedes revisar acá, (http://comein.uoc.edu/divulgacio/oikonomics/_recursos/documents/10/3_Igual_Oikonomics_10_a4_cast.pdf) apenas el 30% de la población tiene una cuenta bancaria.

El caso del  contexto latinoamericano nos presenta divergencias territoriales importantes en cuanto al mundo de las finanzas, en algunos países el nivel de bancarización apenas alcanza al 60% de la población.

Si bien, hay que estar claros en el hecho que la población bancarizada en América Latina varía según las condiciones particulares de cada país, es un hecho que las desigualdades económicas características de la región, permiten entrever que hay una gran parte de la población excluida del sector bancario.

En consecuencia, está ocurriendo un fenómeno bastante interesante, la irrupción de las fintech ha logrado que la banca tradicional, vea en estas compañías una suerte de aliados comerciales, al punto que tal y como señala Mario Hernández, titular de la Asociación de Fintech de Centroamérica y el Caribe: “Los bancos están comenzando a comprender la importancia de estas compañías para su negocio, ya que pueden darles ventajas competitivas.”

Recordemos que, tal y como hemos mencionado en otros artículos, el surgimiento de las fintech ha sido un motivo de celebración ya que sus servicios en el área financiera han sido garantes de la apertura del mercado financiero a una BUENA parte de la población, tradicionalmente excluida de este mercado. Pero no solo eso, las fintech ofrecen servicios que, sustentados en la tecnología, le han garantizado al usuario practicidad, eficiencia, transparencia y rapidez.

Para que tengamos una idea, en América Latina según reportes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Para el 2020, Brasil ocupaba el primer lugar con este tipo de emprendimiento con más de 240 firmas, en segundo lugar está México con más de 190 fintechs, Colombia con 84 y después, le siguen Argentina con 72 y Chile con 65 empresas de este estilo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que en estos países radica el 90% de la actividad económica de la región.

SandBox y Open Banking

 

Con estos números y con los resultados que ha generado al incentivar la competencia y la variedad de los servicios financieros, sin olvidar la inclusión de la población al mercado financiero. Era lógico esperar la intervención Estatal. En este sentido, las autoridades de varios países de América Latina se han visto en la obligación de apoyar y estimular el surgimiento de las fintech.

La intervención estatal puede ser un tema complicado. Sin embargo, el BID propone la creación de bancos pilotos en los que se apliquen marcos regulatorios temporales en las que se incluya a las  fintech para que puedan operar. Esto es una idea interesante que permitiría probar el sistema de operaciones, comprender los modelos de negocios, supervisar  productos y servicios en ambientes monitorizados. La idea del BID consiste en crear las condiciones para una transición en los que estos emprendimientos puedan ser regularizados de manera adecuada y eficiente.  Por eso, si quieres saber más al respecto, te recomendamos visitar este artículo https://www.estrategiaynegocios.net/empresasymanagement/1346029-330/las-fintech-abren-mercado-en-am%C3%A9rica-latina.

De hecho, el propio Jorge Arbache (Vicepresidente de Sector Privado de CAF), explica que la propuesta del BID sobre la supervisión y monitoreo de las actividades de las fintech se han concretado en dos instrumentos especiales que son: los Sandbox y el Open banking.

Recordemos que debido al plan de negocio de las fintech, hay que crear nuestras estrategias regulatorias. Por eso, los Sandbox se trata precisamente de un banco de pruebas que le permite a las fintech probar sus productos y servicios enmarcados dentro del marco regulatorio temporal. Esto les permite ver las respuestas al proceso de adaptación a las exigencias propias de los operadores que se adhieren a la actividad.

Básicamente, se trata de un espacio controlado en el que se puede experimentar con distintos modelos de negocios para probar su nivel de innovación y  la efectividad de la fórmula de negocios.

Esto significa que, el objetivo de esta estrategia regulatoria es apoyar el crecimiento lícito de estas empresas. En este sentido, los Sandbox no solo abren el camino al desarrollo de la innovación tecnológica, sino que también incentivan el emprendimiento y el aumento de las inversiones extranjeras en el país que decida implementarlo.

Entonces, los Sandbox surgen como estrategia para mitigar el peso regulatorio de este tipo de empresas que pueden llegar a ver comprometida la viabilidad de sus respectivos proyectos. Pero además, este espacio es una forma de introducir éstas innovaciones y explicarlas directamente a los supervisores.

También, los Sandbox promueven una competencia especialmente dirigida a los consumidores. Todo este proceso de regulación para probar los productos y servicios que ofrecen las fintech busca salvaguardar los intereses del consumidor final.

En cuanto a la otra estrategia de regularización que es el Open Bank, tenemos que se trata de la seguridad de la información financiera. Básicamente, consiste en garantizar la seguridad digital bajo condiciones previamente aprobadas por los usuarios. Lo que permite compartir información referente a los procesos de entidades financieras a una red de terceros que, generalmente son los proveedores.  En resumen, busca dar a los clientes la autonomía sobre su información bancaria.

Los objetivos del Open Banking son: la personalización del servicio tomando como referencia al usuario, ofrecer precios más convenientes, fomentar la competencia y sobretodo, abrir las puertas del mercado financiero para garantizar la inclusión de sectores excluidos de la banca tradicional.

Recordemos que, según los datos del BID, hay más de 210 millones de habitantes en América Latina que no poseen una cuenta bancaria.  Si quieres saber más al respecto, puedes visitar este artículo. https://panamericanworld.com/revista/economia/america-latina-fintech/

Desde lo cual, la banca tradicional en América Latina y quizás, a nivel mundial; se ha visto obligada a determinar los puntos de encuentro con los servicios que ofrecen las fintech. Sin embargo, tal y como señalan los expertos: en este proceso o cultura de la transformación que está experimentando la banca por la irrupción de este tipo de empresas, el mayor reto para ambos radica en agilizar los procesos que necesitan los servicios o medios de pago para ingresar a los mercados.

Ahí radica el núcleo de la competencia y fusión entre los bancos y las fintech.